León el Africano, libro que se ha convertido en un clásico moderno tan a la moda en las librerías de Granada hace una década, se me escapaba.
Ya había leído (Las identidades asesinas), o casi leído (Samarcanda) algunos libros de Amin Maalouf en el pasado, pero este no. Era simplemente uno de esos libros que me había dicho ... "algún día leeré". Pues ya está hecho.

En las primeras paginas me encontré intentando imaginarme el Albaicín de la infancia de Hassan y comparándolo con mis propios recuerdos del Albaicín de mi querida Granada. Más tarde soñé en su paginas con viajes por África, Oriente, la Italia del renacimiento.
Cuando estaba inmerso en estas suculentas paginas, no podía evitar acordarme de otro libro que leí hace unos años y al que incesantemente me recordaba. No era otro que el Avicena de Gilber Sinoue del que guardo un muy buen recuerdo.

Ambos libros tienen un mismo perfume. Los dos han sido escritos por dos grandes escritores que nacieron en oriente (Libano y Egipto) y que han crecido como escritores en Europa, siempre sabiendo mezclar y enriqueciéndose (y enriqueciéndonos a nosotros humildes lectores) con esa maravillosa mezcla de culturas e identidades que me hace pensar en el personaje de Hassan, Leon o Hassan-Leon o Hasan bin Muhammed al-Wazzan al-Fasi Leon de Medici.
No puedo terminar estas notas sin mencionar una curiosa cuenta pendiente con Amin Maalouf y su 'casi leída' Samarcanda.
Hace unos años tuve el inmenso placer de viajar a la Samarcanda. El viaje de novios que mucha gente hace al Caribe, mi mujer y yo queríamos hacerlo a Yemen (otra cuenta pendiente) o bien a las ciudades carabaneras de La Ruta de la Seda. Fue así como pude visitar entre otras Kiva, Bujara (lo mejor del viaje) y, como no, Samarcanda. Eramos un grupo de 12 personas y creo que era el único que no había leído el 'Samarcanda de Maalouf'. Juro que lo intenté dos veces, una antes del viaje y otra después, pero nunca llegué a pasar de la pagina sesenta. No puedo decir que no me gustó lo que leí, simplemente no llegó a atraparme porque no era lo que me apetecía leer en ese momento así que lo dejé de lado a la espera de un momento más propicio.
Siento que tengo que intentarlo una tercera vez. Espero conseguirlo y, sobre todo, disfrutarlo.