sábado, 23 de octubre de 2010

Notas de Islandia, por fin ...

Estoy eufórico porque he terminado de poner al día en versión blog mi diario de Islandia.
Soy bastante irregular en esto de escribir con lo que me tomado quince meses nada menos en conseguirlo.
Aquí está el resultado ... ¿te gusta?

domingo, 12 de septiembre de 2010

Shutter Island


He acabado Shutter Island despues de tanto tiempo leyéndolo poquito a poquito.
El principio fue un poco duro porque el ingles de Dennis Lehane no es tan simple como el que estoy acostumbrado a leer. Seguro que leeré algo mas de este autor.
Esto noche voy a ver la peli Martin Scorsese hizo basada en este librito a ver que tal.

lunes, 16 de agosto de 2010

Sorpresa !

Hoy me he llevado una grata sorpresa al llegar al trabajo después de vacaciones.
Abría la puerta de mi despacho concentrado en las tareas urgentes que me esperaban tras dos semanas de ausencia y toda mi concentración se esfumó ante la esto ....

mis compañeros del trabajo me han preparado este recibimiento para celebrar mi cumpleaños. Me ha encantado. Gracias!!!!

sábado, 24 de julio de 2010

Le Club des Incorregibles Optimistes - Jean-Michel Guenassia

Hace muchos meses que no escribo un comentario sobre algo que leo. Me ha costado mucho, pero que mucho, acabar este Club de los Incorregibles Optimistas. Es largo, larguísimo, casi 750 páginas aproximadamente. Cuando iba por la 100 quería dejarlo. Cuando iba por la 200 le dije a mi mujer que lo abandonaba pero, no sé, insistí un poco más y se dio el milagro. Me enganché.
De la mitad para adelante ya no he podido parar. Me ha encantado.



Señor Jean-Michel Guenassia,
Ya se que la obra de un escritor es sagrada, y todo eso, pero le pido un poco de piedad hacia sus lectores. ¿Porque escribe usted un libro tan hermoso de 750 pagínas si con 500 hubiera tenido bastante?. Se que soy muy osado al preguntarle esto y que seguro que su respuesta a una pregunta como la mia hubiera sido como la de Pavel a los editores de su obra no publicada. Para su proxima obra piense que todo lector tiene un tiempo limitado para leer libros en su vida. No todos somos como Michel capaces de devorar libro tras libro. El tiempo es limitado y hay otros fantasticos autores como usted que merecen ser leidos. Espero que no se sienta ofendido ni insultado por esta humilde misiva.
Con toda mi admiración,
Solidodemente

En el ultimo día de lectura señalé algunos frase y parrafos que llamaron mi atención por distintas razones. Aqui los transcribo:


"- Demain sera meilleur. Je suis désolé de le constater, Igor Emilievitch, tu es négatif. Moi, je suis optimiste.
- Je suis un optimiste aussi, répondit Igor. Le pire est devant nous. Réjouissons-nous de ce que nous avons."


"-C´est mieux. Je vais te dire une chose qu´il ne faudra pas que tu oublies. La vie, c´est comme les montagnes russes, a déclaré Leonid d´un ton sentencieux. Tu descends très vite, tu restes longtemps en bas et tu remontes avec peine."


Je me suis alors souvenu de ce qu´Igor et Sacha n´avaient cessé de me répéter, chacun de leur côté: "Tu es vivant, ne te plains pas, pour toi tout est possible".

"Le Club des Incorrigibles Optimistes" Jean-Michel Guenassia

miércoles, 21 de julio de 2010

Tarde de partido

Seguía mirando por la ventana esperando el regreso de la policía.
No sabía que hacer - ¿Qué hago?, ¡por Dios, dame una idea! – pensaba desesperado.
Hacía poco más de un par de horas que se habían marchado el comisario García y su ayudante Comosellame, un gordito con cara de no enterarse de nada. Subieron al coche de manera inesperada después de recibir una llamada que, a juzgar por la cara del inspector, debía ser urgente e inoportuna. Mencionaron que volverían en un par de horas para hacerle algunas preguntas más.
Dudaba. Pensaba que tenía que haber sido más teatral con ellos y haber mostrado más inquietud por la desaparición de su mujer. Tenía la convicción de que en su situación lo mejor era comportarse con naturalidad aunque estaba claro que ser natural era un poco peligroso. La verdad era que estaba extremadamente contento, exultante ante la idea de haber perdido de vista a su mujer. Levantó los ojos y echó un vistazo al perro que lo vigilaba atentamente desde su refugio acurrucado al fondo del jardín a la sombra de un rosal. Miró el reloj. Quedaban dos horas para el partido.
Necesitaba inspiración y una copa. Fue a buscar hielo y lo que quedaba de la botella de ron añejo que había abierto hacía un par de días. Con el vaso helado en la mano se tumbó a la sombra del tilo sobre una hamaca amarilla que había odiado desde el primer día. Aquella maldita hamaca. Recordaba la tarde en que llegó de su trabajo y encontró a su mujer tumbada en traje de baño y gafas de sol años sesenta bronceando su pálida piel al sol de los últimos días de junio. Estaba dormida y su piel cubierta de aceite bronceador reflejaba los rayos de sol proporcionándole un aspecto irreal que indudablemente evocaba a una rubia de película californiana. Tenía puestos los pequeños auriculares con el cable blanco que zigzagueaba entre sus pechos y cruzaba por encima de su vientre introduciéndose en un minúsculo aparatito que debía haber posado sobre su muslo pero que visiblemente había resbalado hasta alojarse en su entrepierna. Respiraba despacio, relajada y su pecho subía y bajaba lentamente marcando un ritmo que a sus ojos parecía de lo más sensual. Se quedó un minuto mirando la hermosa figura cubierta con los pocos centímetros de tela del minúsculo bikini y dando rienda suelta a sus fantasías masculinas. Una sonrisa se dibujaba en su cara mientras, sin quitar ojo a cada curva del cuerpo, iba repasando en su cabeza la película de todo lo que quería hacerle a ese apetecible cuerpo que se exhibía bajo su mirada. Junto a ella descansaba una botella de agua calentándose poco a poco al sol. Había conducido más de dos horas con las ventanillas bajadas intentado compensar más mal que bien el aire acondicionado que se había estropeado en el momento más inoportuno. Estaba empapado de sudor. Por un instante el calor y la sed le hicieron dirigir su atención a la botella. Se inclinó para cogerla al mismo tiempo que sus ojos volvieron a posarse en aquellos pechos que ahora quedaban a escasos centímetros de su cara. De manera natural acercó los labios hacia el manjar que tenía tan cerca y abriendo la boca se quedo inmóvil al escuchar la voz cortante que tan bien conocía.
- Apestas, ¡que asco! No me toques.
Sobresaltado, se irguió rápidamente haciendo crujir el plástico de la botella en sus dedos crispados y apretando los dientes en un intento de contener la rabia que lo invadía y le quemaba por dentro. En ese momento el caniche de su mujer se acercó a su ama y comenzó lamerle los dedos de los pies haciéndola reír por las cosquillas.
- Ven aquí mi chiquitín. ¿Quieres jugar con mamá?
- Siiii, acércate chiquitín. Acércate… - se decía en su cabeza mientras canalizaba toda la rabia en su zurda, esa que tan bien le había servido para despejar balones jugando de defensa en el equipo de fútbol de su pueblo.
No se hizo esperar. ¡Boooooom!.
Sintió como en una décima de segundo toda la ira acumulada se tornaba en satisfacción viendo al chucho describir una curva perfecta por los aires para ir a aterrizar, el hocico por delante, sobre las baldosas que cubrían la terraza. Entre aullidos y alaridos salió corriendo como rebotado a velocidad de vértigo para esconderse al fondo del jardín bajo los rosales que delimitaban la propiedad.
Los gritos de terror y las lágrimas de su mujer iban a la par de los del pobre chucho, pero él no se quedó allí para escuchar los insultos, reproches y amenazas que salían atropelladamente de su boca. Giró sobre sus talones dirigiéndose hacia la casa con una sensación de triunfo mientras iba pensando – ¡Que se joda esa zorra y su puto perro!
Entró por la puerta de la cocina y abrió una cerveza bien fría para calmar la sed y el calor agobiante.
- ¿Cómo esta mi Fresita? ¿te duele mucho? Te lo juro, ese animal nos las va a pagar. – sabedora que su marido la seguía escuchando, alzó la voz una vez más para gritar entre lágrimas y rabia desmedida- ¡Un día de estos Fresita y yo te lo haremos pagar! ¡Un monstruo, eso es lo que eres!
- ¡Válgame Dios! Fresita. ¿quién podría elegir un nombre más estúpido para un perro?
Con tranquilidad, miró a la pared frente a él donde estaban presentados los cuchillos de cocina. Sintió una mezcla de placer y excitación en los largos segundos que tomó para elegir cual de ellos sería más eficaz.
¡Ring,ring! Abrió los ojos sobresaltado. Seguro que eran el inspector y su ayudante llamando de lo otro lado de la verja.

- Bueno pues ya estamos aquí otra vez. Espero que nos disculpe por las molestias. Solo me queda hacerle unas pocas preguntas más y lo dejamos tranquilo. Cuando nos llega una denuncia ….
- Tiene usted un perro precioso – lo interrumpió Suárez - Me encantan los caniches. ¿cómo se llama?
García no pudo contenerse y le echó una mirada fulminante a su nuevo compañero aunque este no se percató de nada porque estaba de espaldas a ellos mirando a un perrito con aire triste que descansaba a la sombra de unos rosales en flor.
Se sentía incomodo porque el hombre seguramente había notado su mirada de desapruebo hacia Suárez. Veía como un castigo el que le hubieran endosado a un tipo como Suárez. Era un incompetente.
- Se llama Fresita. Es el perro de mi mujer.
- ¡Fresita ¡ ¡Hola Fresita! – Suárez ya estaba llamando al perro y desentendiéndose de todo lo demás.
El comisario carraspeo un poco y continuó – Como le iba diciendo, cuando nos llega una denuncia de desaparición como la que han hecho sus suegros, estamos obligados a hacer unas cuantas preguntas. No nos va a tomar mucho más de su tiempo.
- Lo comprendo. No se preocupe. Haga las preguntas que quiera. Mientras acabemos antes del partido de esta noche ...
Estaba claro que los suegros de este tipo debían tener buenas influencias para que el jefe lo mandara a él, un comisario de la brigada criminal, a esclarecer la desaparición de la hija cuando habían pasado tan pocos días y además teniendo en cuenta que no había nada que indicara que había algo de criminal en la desaparición. Era aun más estúpido considerando que la joven en cuestión se había fugado al menos un par de veces en su adolescencia.
Sintió un poco de compasión por aquel hombre de ojos tristes abandonado por su mujer que tenía frente a él. Estaba claro que los tipos vulgares como aquel o como él mismo no debían exponerse a casarse con mujeres tan exuberantes e imponentes como la de la foto que llevaba entre las páginas de su libreta sin exponerse a un enorme par de cuernos o a quedarse solo de la noche a la mañana como a todas luces le había pasado a este pobre individuo.
- No se preocupe que esta noche vemos el partido tranquilamente. Es cuestión de unos minutos.
- ¡Vamos Fresita! ¡Vamos precioso, ven aquí! – seguía obstinado el imbécil.
Tenía ganas de acabar con todo este sinsentido y marcharse a casa con su mujer que ciertamente no era una belleza pero que cocinaba como nadie. Seguro que le dejaría ver el partido tranquilamente en su sillón y con un poco de suerte hasta le serviría una cerveza y le prepararía una tapa.
Haciendo una pausa, García bajó la mirada a su cuaderno que sujetaba con la mano derecha – A ver ¿dónde estábamos? Uhm, ah sí. Según nos ha contado usted, encontró la nota de despedida de su mujer el martes al volver del trabajo. También nos ha dicho que habían tenido una pelea por la mañana antes de marcharse. ¿Podría decirme por qué motivo se habían peleado ustedes?
Era la primera pregunta realmente personal y el comisario atisbó cierta turbación en los ojos de aquel hombre. Pero no tuvo tiempo de responder a su pregunta porque cuando abrió la boca, Suárez los interrumpió de nuevo.
Se había alejado unos pasos hacia el perro y lo llamaba - ¡Fresiiiita!, ven aquí.
¡Vamos pequeño ven a aquí! ¡Vamos Fresita ven conmigo!
-Es un poco extraño que su mujer no se haya llevado al perro, ¿no le parece? – comentó ágilmente García retomando el hilo de la conversación. Volvió a percibir un poco de inquietud en la cara de aquel hombre. Empezaba a sentir que quizás esta banal historia de mujer fugada y hombre abandonado podía esconder algo más serio.
La mirada del hombre se posó de nuevo en los ojos de García. Tras un segundo de hesitación su expresión cambió y ganó en firmeza.
- Tengo que ser sincero con usted. – hizo una pausa y respiró hondo antes de continuar - No me gusta ese jodido perro y nunca me ha gustado. Me jode que mi mujer me lo haya dejado. Llevo toda la semana intentando atraparlo y le juro que cuando le eche el guante lo voy a llevar a la perrera o mejor le voy a dar un puntapié y lo voy a echar a la carretera a ver si lo atropella un coche de una vez y me quedo tranquilo.
Hizo una pausa para tomar un poco de aire y continuó. – El martes por la mañana me peleé con mi mujer porque no me había planchado ninguna camisa y no tenía nada que ponerme para ir a trabajar. Pero no le engaño, el lunes, como casi todos los días, también nos peleamos al volver del trabajo por culpa de ese estúpido perro que se había meado en el coche.
- ¡Vamos pequeño! ¡Ven a jugar! – oía la voz de Suárez junto a los rosales.
- Para ser sincero – continuaba ganando seguridad en su voz a cada palabra que añadía – me alegra que la arpía de mi mujer se haya marchado y estoy mucho mejor sin ella. Desde el martes por la tarde que no la veo me siento de vacaciones y espero que se pierda por ahí y no vuelva.
Suárez, que se había dado por vencido con el chucho, seguía atentamente las palabras de aquel individuo con la boca abierta y un aire de no comprender nada.
- No me importa donde esté ni con quien esté y a mis suegros les pueden dar por culo.
La franqueza de aquel tipo hacía mella en el comisario. Sentía que aquel pobre diablo por fin mostraba su verdadera cara. Era indudablemente sincero y, como ya sospechaba, no era más que un cornudo abandonado completamente inofensivo. Por fin podría cerrar su cuaderno y marcharse a casa.
- ¡ Anda, tú por aquí! – volvió a interrumpir el insufrible de Suárez.
El caniche se aproximaba a los tres hombres a paso ligero. Se detuvo en medio de ellos dejando sobre las baldosas un objeto que llevaba en la boca. Levantó la cabeza mostrando su rosada lengua. Una mano de uñas largas y esmaltadas con finos dedos de mujer descansaba a sus pies. Le faltaba el dedo meñique.
- ¡Joder! – exclamo García. – Creo que hoy usted yo nos vamos a quedar sin partido de fútbol.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Un proyectito que se concretiza ... Notas de Islandia

Hace ya mucho tiempo, una eternidad que me lancé a pasar al ordenador mi diario de Islandia. Poco a poco se concretiza y aqui se puede ver ya un poco el resultado aunque todavia me queda mucho por hacer:


Que les parece?

viernes, 13 de noviembre de 2009

2009-10-07 Ginebra-Paris-Osaka-Tokyo

Soy un tipo con suerte. Todavía no he acabado de relatar mi último viaje a Islandia y aquí me veo en un Boeing 777 volando rumbo a Osaka.

También soy un tipo con suerte porque en un avión abarrotado he conseguido un sitio en el que no hay nadie justo a mi lado. A mi derecha la ventana y a mi izquierda un sitio vacío y enseguida una Lolita (espero que no se me enfade en el caso de que lea español y eche un ojo a esta pantalla) extremadamente discreta. Todavía no me ha mirado a la cara ni cuando le he pedido medio en inglés y medio con gestos que me deje pasar para ir al baño.

Soy un tipo con suerte porque voy a pasar dos semanas en el Imperio del Sol Naciente. De miércoles (vuelo) a domingo de turista. De lunes a viernes de conferencia y esperando que sea muy interesante, y de sábado a miércoles de turista en compañía de mi cuate Mimile.


En fin, que soy un tipo con suerte. Siempre lo he sido.

Después de pasar unos últimos días de trabajo con un estrés extremo y alargando las horas. Aquí estoy tecleando en el asiento de segunda clase volando en la noche cerrada mientras … no se … quizás los rusos duerme ahí abajo.

La salida de Ginebra ha sido muy tranquila. Que gustazo montarte en un avión sin niños. Creo que hace seis años que no se lo que es no estar con los ojos pendientes de mis renacuajas cargado con maletas, carritos de bebe, biberones, chupetes y todo ese folclore.

Al llegar a la zona de espera me he encontrado con una conocida del trabajo que hacía el mismo trayecto. Hemos conversado antes de embarcar y, para nuestra desgracia, hemos conversado más de lo que a los dos nos apetecía esperando en la salida de la conexión en Paris. El avión está retrasado.

Que mosqueo me llevo cuando anuncian que el avión sale con cuatro horas de retraso por culpa de un tifón cuyo centro se espera que esté en Osaka a la hora de nuestro aterrizaje con lo cual el vuelo se ha retrasado para evitar el centro del tifón que se espere que esté en Tokio cuando finalmente aterricemos.

Al final salimos más de cinco horas de retraso por culpa de una avería en la rampa de pasajeros. O sea que en lugar de llegar a las 8:30 a.m. creo que llegaremos sobre las 13:30 a.m. más o menos.

El avión está lleno de japoneses como no es de extrañar. Muy poquitos occidentales vienen a dar una nota de color. Me ha dado tiempo a observar unos cuantos gestos y comportamientos que son muy extraños para mi entre los nativos de estas islas en las que voy a poner tierra en algunas horas. Yo soy un tipo al que le gusta improvisar en los viajes todo el tiempo, sobre todo cuando viajo solo cosa que ha en los últimos años no he hecho. Esta vez me he comprado un par de guías de viaje que por supuesto apenas he ojeado y seguro que si las hubiera leído podría comprender un poco más los gestos y comportamientos básicos de esta gente que seguro están explicados a un nivel básico en este par de libritos que tengo a mi lado así como indicaciones de cómo comportarse: que hacer y no hacer en Japón. De todas maneras me obstino en no leer. Lo único que he buscado ha sido como ir de Osaka a Tokio en tren, lo que se limita a identificar el nombre de la estación de tren de donde sale el tren bala así como el modo de llegar del aeropuerto Internacional de Kansai hasta la dicha estación. El como llegar desde la estación de Tokio (¿que estación? Seguro que hay más de una) hasta mi hotel lo miraré cuando esté en el tren. Tiempo tendré. Así soy yo cuando viajo solo. …. Hacía adelante y ya veremos ….

Volviendo a eso que decía sobre gestos y comportamientos, que extraño ese comportamiento tan curioso que la inmensas mayoría tiene de no mirarte a los ojos nunca. Si les hablas bajan la vista, si te los cruzas de frente en el estrecho pasillo del avión bajan la vista, si estás sentado en la zona de embarque antes de embarcar con una fila de diez asientos con diez japoneses sentados y se te ocurre recorrer con tu mirada los diez sitios tienen la vista bajada. No hay esa interacción minima que tenemos nosotros, ese pequeño instante en el que las miradas se cruzan antes de que cada uno mire a otro lado. Bueno habrá que experimentar y ver si comprendo como funcionan.

Otra cosa muy curiosa. Un buen puñado de japoneses casi todos de una cierta edad, de pie en la zona de embarque esperando. Llega un chica japonesas joven (aunque no sabe ni diós [en minúscula] la edad de esta gente). Se forma un semicírculo alrededor de la chica, ella dice algo y la gente responde con una demostración de alegría y un aplauso general muy discreto como no queriendo hacer ruido. Inevitablemente recuerda a un maestra llegando a una clase de preescolar y diciendo – ¡hoy tengo caramelos para todos! – y los nenes respondiendo - ¡Yupi, yupi, yupi! – solo que los nenes de aquí están jubilados.

Después de una película, una comida y una ratito de escritura toca dormitar un poco.


………………

Ya me pegué tres películas y una siesta. Estoy bien harto de este puñetero avión. Veo que me queda una hora antes del aterrizaje. También he podido comprobar que hay 7 horas de diferencia. Cuando me he despertado me he encontrado con un bandejita con una comida escuálida y eso que yo soy de los comen poco. Un último apretón que ya casi estamos. Hace nos minutos he visto un poco de Korea. Ahora entre las nubes veo que estamos sobrevolando el mar del Japón.

Las vistas desde el avión al llegar son esplendidas. El mar es de un color azul precioso con una costa sinuosa poblada de multitud de islas costeras bastante montañoso y cubierto de bosque cuando no de casas.

Llego a Osaka recojo la maleta y busco información de cómo ir desde el aeropuerto hasta la estación Shin-Osaka desde donde sale el shinkansen o sea el tren de alta velocidad japonés hacia Tokio. En un mostrador de información me dicen que tengo que tomar un tren desde el aeropuerto y cambiar en Shin-Osaka para coger el shinkansen. Me pego con un distribuidor de billetes de tren pero al tercer intento consigo comprar el billete completo hasta Tokio. Son cuatro tarjetitas casi todo escrito en japonés (creo que japonés y Japón van a ser las palabras que voy a repetir infinidad de veces en los próximos días). La máquina no me ha aceptado una de las dos tarjetas. Menos mal que tengo dos. Espero que esto no se vuelva un problema con eso de los límites que suelen tener.

Un viejecito de la compañía de trenes me ayuda a encontrar la entrada y una pareja me dice cual es el andén. No hay estrés (todavía) porque tengo cuarenta minutos hasta que llegue el tren. Me he arriesgado un poco porque al comprar el billete he elegido una correspondencia donde solo tengo 10 minutos justos para cambiar de tren.

Hasta Osaka hay unos 50 minutos. En todo el trayecto no se ha visto casi ni un centímetro de terreno sin construir. Las pocas excepciones ha sido algunos fuertecitos entre las casas entre las que predominan el arroz y la col. Se ve que las islas se les han quedado pequeñas. Casi todos los edificios son pequeños pero sobresale de vez en cuando algún que otro rascacielos. Las casas están construidas muy apiñadas las unas con las otras dejando muchas veces no más de un metro entre ellas para que las vecinas se puedan pedir un poquito de sal o aceite desde sus respectivas cocinas o estar de chachara sin salir de casa. En muchas cosas me recuerda a mi pueblo de Granada pero con las calles más o menos rectas. Solo he visto dos casas antiguas en todo el trayecto ¿?, ambas de madera. Una muy señorial y otra mas modesta. Muy encantadoras para alguien como yo que nunca ha visto esto (salvo en la tele, claro).

Todo se pasa bien, me sobran tres minutos una vez sentado en mi asiento. Son las 15:35 y aquí estoy sentado en el dichoso trenecito. Son casi tres horas que voy a pasar mirando por la ventana e intentando informarme como llegar desde la estación hasta el hotel. Ahora me quedan dos problemas que resolver hasta la noche. El primero es encontrar el lugar donde está mi hotel. Que listo soy, he impreso el email de confirmación de la reserva y en el solo hay escrito el nombre del hotel y el numero de teléfono pero no la dirección. El segundo problema es, una vez que consiga la dirección, orientarme para llegar, que seguramente será en metro. Me parece que llego a hora punta de salida del trabajo con lo que va a ser interesante eso de meterte en un metro abarrotado y con una bolsa de viaje del tamaño de una maleta ......